De repente te das cuenta que debes tomar el control de tu vida, la estás perdiendo. La perdiste. Te dijeron que te auto engañas y engañas. Te cuesta trabajo. Debes entonces, volver los pasos.
Tomas el control, sabes que serás criticada. Pero ya lo eras. Entonces, posiblemente vale la pena.
Todo vale la pena. “¡A por ello!” ¿Por qué? No importa. Tampoco importa.
Estás tranquila, eso no tiene precio. El trueque valió la pena, El tiempo, paciencia, expectativas, cansancio, horas sin sueño, sinrazones, inmadurez, palabras, chats ausentes, pláticas, reclamos, silencios, conversaciones; fueron obstáculos. Óbices no superables. No se quisieron dominar. ¿No se podían? No se hicieron.
Ahora, observas, aprehendes, escuchas; ver, conocer y oír, ya no te es suficiente. No hay reintegro.
Tú eres el premio. El premio mayor es tuyo; es para ti. Eres tú. En hora buena. Ganaste. Hoy ganaste. Con el tiempo, todo se arregla. Nankurunaisa. También esto, pasará.